Pocos son los recursos que nos quedan a los votantes en Cataluña. Desgraciadamente, en España hace tiempo que no se vota a favor de nadie, tenemos la triste desgracia de votar en “contra de” y no “a favor de”, debido a este axioma, obtenemos que las elecciones las pierde un partido o un candidato y no las gana, por tanto, un partido o un candidato.
Desconozco, si esta misma situación se produce en otros países de nuestro entorno, pero lo que está claro es que es una situación bien triste.
Si tomamos como ejemplo las elecciones catalanas con su abanico primario de partidos y tomamos como votante a un elector, no mediatizado ni postulante, o dicho de otra manera un ciudadano normal, obtendremos el siguiente resultado:
Premisa ideológica: ¿para qué voy a votar en función de la ideología, si no hay ningún partido con posibilidad de obtener mayoría absoluta y por tanto los partidos con posibilidades de gobierno e incluso los partidos con posibilidad de hacer de bisagra están obligados a pactar entre ellos, renunciando a su ideología, con el objetivo de poder pisar alfombra y sentar el culo en un Audi, bajo la cómica premisa de Groucho Marx que decía aquello de: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”
En esta última legislatura, la premisa ideológica estuvo más liada que el testamento de una loca, a saber:
El PSC, socialistas de toda la vida, en lugar de representar a sus bases, ciudadanos de clase trabajadora, de clase media de mentalidad constitucionalista y socialdemócrata-liberal, en un alarde de transformismo, ¡Que digo transformismo! Travestismo, ocupó un lugar que no le correspondía emulando al nacionalismo más rancio, pueblerino y fascistoide de la historia de Cataluña. Con un discurso absurdo, llegaron a la conclusión de que si no se podía con el nacionalismo, la mejor alternativa era suplantarlo.
Esta metamorfosis concluyó en un pacto con ERC, contra natura, de ahí lo de travestismo, que produjo otra transformación no menos espectacular en la formación nacionalista, pues tuvieron que claudicar de ese mensaje de onanismo identitario que siempre les caracterizó, junto con las pretensiones abortadas, de eliminar los símbolos españoles de todos los edificios públicos de la Generalitat. Por tanto, otro electorado defraudado y engañado, los independentistas de Esquerra Republicana de Cataluña, que veía como su partido confraternizaba con un cordobés jesuítico, que atendía a las psicofonías centralistas de su partido.
Por último, dado que los números no cuadraban, decidieron buscar un “panoli” que les bailara el agua, y quien mejor puede representar a un “panoli” de raza que Joan Herrera, ese que no sabe bien quién es y a donde va, ese que desciende de Izquierda Unida, formada por comunistas, fundamentalmente. Pero Joan Herrera, se define como socialista, también se define como socialdemócrata y como verde, pero además es nacionalista. Este elemento, que debe tener una crisis de identidad importante, ha sido abducido, para ser utilizado en esa hemorragia de despropósitos que ha sido el “tripartit” Su electorado, fundamentalmente de izquierdas, pijos vestidos de pobres y de buena familia solo por joder a papá, le importa una mierda con quien pacte Herrera, lo que mola de verdad es decir que se vota a los verdes. Pero es un electorado agradecido, y como no leen los periódicos no se enteran de que sus representantes vetan en el Parlament, iniciativas para que se investigue el cobro del 3% de las obras por parte sus “señorías” o que en un ataque de libertad, se apruebe el código de Comercio Catalán con sus delatores anónimos y con sus multas por no usar la lengua catalana en el comercio privado. La cuestión y lo que importa, se les otorga una Consellería, sin importancia y la que mas pasa desapercibida la de Interior, que nada tiene que ver con la represión y Joan Saura, la desempeña sin tener ni puta idea de su trascendencia. Los militantes y votantes, ni enterarse que sus “colegas” del Parlament, son los responsables de pegar hostias a algún simpático anti sistema, los cuales tienen toda la comprensión de los votantes de ICV.
Esta es la situación que presenta el panorama político catalán. Para llorar, pero ellos como se puede ver en la foto, se ríen de todos nosotros.