domingo, 24 de enero de 2016

LA VERONICA Y LA ESPANTA



Salió el torrero a la plaza a las cinco de la tarde. La banda de música enmudeció al abrirse los portones del chiquero para dar salida a un toro bragao, meano y astifino llamado Ambicioso.
Sale Ambicioso mirando a un lado y a otro desafiante levantando polvareda. El  torero situado en el centro de la plaza observa aquella bestia con respeto y cierta preocupación debido a la preciosa estampa del animal. 

Cita de lejos al toro cubierto por el capote centrado.

Ambicioso se para, mira fijamente al torero y emprende un trote violento para embestir el capote. El torero da una verónica por la derecha y Ambicioso alzando las manos embiste el capote y derrota por la izquierda rozando con el asta la cara del matador. Corre el maestro asustado dejando atrás el capote a protegerse detrás del burladero. Ambicioso, se queda desconcertado en el medio de la plaza. El mozo de espadas asoma el capote por el burladero y ambicioso arranca con furia y embiste con una fuerte cornada contra el burladero. 
¡¡¡Salga ahora maestro!!! Que el toro está conmocionado por el golpe. ¡Qué no, que no que no salgo! Me da ese toro mal fario y yo me largo. Pitos, y bronca en la plaza y el toro allí en los medios, asustado, corre a protegerse en tablas. Nadie sabe bien que es lo que pasará ahora, si el segundo de la cuadrilla entrará a matar al toro o bien el segundo espada se atreverá a torear. Desde mi punto de vista, llamarán a los mansos y retornarán Ambicioso de nuevo a los corrales para dar muerte a la bestia sin poderse defender y vender su carne en los principales restaurantes de la zona.

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