
Estos delincuentes de medio pelo, han tomado a la sociedad española por imbéciles. No les vale con el disparo en la nuca o la cobarde activación de una bomba mediante un mando a distancia o un temporizador, sino que además nos toman por idiotas, intentando una vez más convencer al gobierno de turno de que van a ser buenos, y de que no van a cometer más atentados. Todo esto ataviados con unas capuchas con unos agujeros cortados hacia arriba en los ojos y con una mujer hablando en Euskera. En un tono desafiante y nada conciliador.
Qué curioso, que esta puesta de escena, se produce siempre a punto de celebrarse, elecciones municipales. Como el cerco judicial a estos angelitos, cada vez es más estrecho, impidiendo desde la propia judicatura la presentación de listas electorales con tufillo de amigos de la violencia.
En estos momentos no hay cambio de nombre y maquillaje ideológico, que no sea detectado por la fiscalía. Estos chicos, como no se vistan de lagarteranas y se apunten a faceboock como amigos del encaje de bolillos, será muy difícil que se puedan presentar a ningún sitio donde no sean detectados., a no ser, que alguna mente blanda cercana al gobierno, no se percate de algún pequeño detalle de algún candidato, como alguna pistolita en el cinturón, algún detonador colgado del cuello o por qué no, justificando la utilización de la capucha negra, con la que el candidato está ofreciendo un mitin indicando que el tipo, es tímido y además muy feo.
Pero en condiciones normales, estos cobardes, hijos de madres de vidas licenciosas, valentones vascos, del arriesgado tiro en la nuca y por la espalda y del detonador de largo alcance, ya no engañan a nadie. Estos gudaris de mierda, que se presentan ante la BBC, con la cara tapada, para no ser reconocidos, nos quieren hacer creer a la ciudadanía que van a dejar de matar.Estos descerebrados, podrían llegar a engañar a algún fiscal general del estado con menos luces que el camerino de Stevie Wonder, e incluso a algún ministro del interior aficionado a los cuentos chinos, Pero la práctica totalidad de la ciudadanía, ni olvida ni perdona y todos, absolutamente todos esos valentones tienen que terminar pudriéndose entre rejas, sin ningún tipo de beneficio penitenciario y a ser posible con un culo, como la bandera del Japòn.
Cada vez que pienso o tengo que hablar de estos “chicarrones del norte”, me acuerdo del empresario Luis Olarra, que en el año 1982, harto de las amenazas de muerte de esta pandilla de "nenazas", para que les pagara el impuesto revolucionario, contrató a la mafia calabresa, ingresando una importante cantidad de dinero en un banco suizo, para que fuera entregada a la mafia en el caso de que alguien de su familia o el mismo, sufriera un atentado o secuestro, facilitando a la misma un listado de etarras, para que comenzaran a “cepillarse” de una forma ordenada a los personajes que figuraban en la lista. Olarra, pasó un comunicado a la cúpula de ETA de aquel entonces, comunicandoles el contrato peculiar firmado y cuenta la leyenda, que los encapuchados, paraban el tráfico en los pasos de cebra por donde pasara Olarra, para que no tuviera ningún accidente fortuito que hiciera a la inocente mafia calabresa actuar en consecuencia.
http://www.elpais.com/articulo/espana/OLARRA/_LUIS/RETOLAZA/_LUIS_MARiA/PAiS_VASCO/ESPAnA/PAiS_VASCO/COMANDOS_AUToNOMOS_ANTICAPITALISTAS/PARTIDO_NACIONALISTA_VASCO_/PNV/ETA/PAiS_VASCO/elpepiesp/19821118elpepinac_4/Tes/
Esperemos, por tanto, que a nadie le flaquee la neurona y dé credibilidad a las intenciones de esta escoria social, pues lo único que se puede hacer con ellos es aislarlos, perseguirlos, y encarcelarlos. Que se vayan a tomar por donde amargan los pepinos y se les enquiste la capuchita a modo de burka, por los siglos de los siglos, Amen, coño.

